Carta a Celia Mendoza, donde aparece un león

Jorge Magariño
Jorge Magariño

Es como si apenas hubieran pasado unos días, mas de pronto llega un correo tuyo mediante el cual me anuncias la aparición del nuevo número de la revista que me recomendaste un mes atrás ¿lo recuerdas? Qué de volando pasa el tiempo.

Me invitas a leer el contenido de esta edición, me recomiendas sobre todo tres artículos y yo, condescendiente ante el consejo de mi amiga, abordo la lectura. Me atrae por encima de los otros aquél que se refiere a las vicisitudes provocadas por un león restaurantero, es decir, que habita en los jardines de un comedero, cosa muy pertinente en tratándose de felinos. Quién no va a apurar con premura los bocados si tiene ante sí a  una bestia que lo mide a uno, cual expendedor de cajas mortuorias, de arriba abajo, pelando chicos ojotes y mostrando con ánimo pedagógico una dentadura impía, medianamente relucidora, pero eso sí, filosa como la chingada.